viernes, 9 de diciembre de 2016

¿Jesús de Nazareth o Jesús de Belén? (y 2)


 

    Si Nazareth se fundó entre los siglos II y III, es patente que Josefo no la mencionara en sus escritos del siglo I. Tampoco la menciona el Talmud judío, comenzado a escribir hacia el año 200. El Talmud cita 63 poblaciones de Galilea y entre ellas no aparece Nazareth, lo cual es extraño, pues, teniendo Nazareth sinagoga, según el evangelio, los judíos que escribieron el Talmud así como Josefo deberían por fuerza haberla mencionado. Es evidente que Nazareth no existía, de otra manera hubiera aparecido en los listados de Josefo y del Talmud. Además las excavaciones realizadas en Nazareth dieron como resultado que en el siglo I solamente había tumbas en el subsuelo. No se descubrieron ruinas de población alguna de ese primer siglo.

    Existe un mapa fechado en el año 333 (IV siglo) con la ruta turística que los peregrinos habían de seguir en Tierra Santa. El mapa se conoce como ‘Itinerario Burdigalense’. Recoge distintas ciudades, incluídas Belén y Jerusalén, y menciona las poblaciones que han de seguirse a partir de Belén. En el mapa no figura Nazareth, lo que significa que en el año 333 no se sabía que Nazareth fuera la patria de Jesús y se evidencia que el hecho no aparecía en los evangelios. Probablemente fue Jerónimo quien a finales del siglo IV insertó a Nazareth en los evangelios, los cuales reestructuró a conveniencia de la Iglesia.

    Por tanto en los años en que se supone que vivió Jesucristo no existía la población de Nazareth. Si los evangelios la citan es porque los mismos fueron escritos en el siglo IV y no antes, ya que Nazareth comenzó a ser mencionada a principios de ese siglo IV y su sinagoga fue erigida cerca de finales del siglo III. Los escritores de los evangelios suponían que Nazareth tenía siglos de existencia, al igual que la sinagoga.

    Se atribuyen los evangelios a Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Sin embargo tal atribución es producto de la pluma de Eusebio de Cesarea en el siglo IV, quien también escribió la Historia Eclesiástica, invención mediante la cual pretendía hacer ver que los obispos eran los sucesores de los apóstoles. Eusebio se inventó asimismo a los Padres de la Iglesia, excepto algunos, como Orígenes, a quien interpoló y le colgó escritos supuestamente cristianos. De estos Padres la Historia seglar nada sabe en absoluto. Eusebio puso en boca de estos Padres la existencia de Jesús de Nazareth y los apóstoles, de acuerdo con las órdenes del emperador Constantino y Osio de Córdoba, que tenían en mente el objetivo de crear una religión común para todos los súbditos del Imperio. Con su Historia Eclesiástica, Eusebio también quería demostrar que los evangelios fueron escritos en el siglo I.

    Del Nuevo Testamento de Eusebio se hicieron en el siglo IV cincuenta copias para las bibliotecas del Imperio. Sin embargo, algo contenían estas copias escritas en griego que pronto fueron retiradas de la circulación. Probablemente Eusebio denunciara mediante acrósticos en las líneas de texto que lo escrito era totalmente falso. El caso es que en los años ochenta de aquel siglo el Papa le encargó a Jerónimo que rehiciera los evangelios y cartas apostólicas, y así produjo la Vulgata latina. No se trató de una simple traducción del griego al latín, como se dice, sino que fue una absoluta reelaboración de los textos griegos de Eusebio.

    El códice Sinaítico es posiblemente una de aquellas copias de Eusebio que sobrevivieron a la quema. Por esa razón es tan diferente de los demás códices que se redactaron a partir de la Vulgata de Jerónimo y que se hicieron pasar por más antiguos. Hay quien afirma que la Vetus latina es anterior a la Vulgata. La Vetus es un conjunto de hojas sueltas que los propios eclesiásticos copiaban de la Vulgata, cada cual según entendía.

    Pero si Jesús no podía ser de Nazareth por la sencilla razón de que el núcleo poblacional no comenzó a existir antes de mediados del siglo II, tampoco pudo haber nacido en Belén. Aparte de que las historias evangélicas se urdieron en el siglo IV y se les dio carácter retroactivo, los padres de Jesús, María y José, no pudieron haberse empadronado en Belén. El escritor del evangelio de Lucas, que desconocía las costumbres y leyes judías y romanas del primer siglo, se equivocó al decir que José y María tuvieron que empadronarse en Belén, de donde hipotéticamente eran oriundos.

   Los empadronamientos o censos eran convocados a efectos de la recaudación de tributos en cada una de las poblaciones y ello no suponía que las familias tuvieran que desplazarse a sus ciudades de origen para empadronarse. El censo se realizaba con vistas al cobro de impuestos de las personas que trabajaban y vivían en la población, sin importar si hubieran nacido en otro lugar. Los ciudadanos no tenían, pues, que viajar a sus lugares de nacimiento. Por tanto, si José y María vivían en Nazareth, como dice el evangelio, no tenían por qué ir a Belén a empadronarse.

    Aparte de ello, está demostrado que el censo de Cirino del que habla el evangelio tuvo lugar en el año 6 de nuestra era y no afectaba a Galilea. Por otro lado también está demostrado por la Historia que Herodes murió en el año 4 antes de nuestra era, que corresponde al año 750 de la fundación de Roma. Supuestamente Jesús tendría unos 3 años cuando Herodes murió. Quiere decir que, al tiempo del censo mencionado en el evangelio, Jesús tendría unos 12 años. Ello evidencia que los tardíos escritores de los evangelios no estaban al tanto de los tiempos pasados y tuvieron que tomar datos mediante la consulta de libros o rollos en alguna biblioteca, probablemente en Cesarea, aunque no calcularon correctamente los años para enmarcar su historia.    

    Solamente los evangelios atribuidos a Mateo y a Lucas informan del nacimiento de Jesucristo en Belén de Judea. Los evangelistas Marcos y Juan lo silencian, así como todas las epístolas. Da la impresión de que a los evangelios de Mateo y Lucas les fueron añadidos los dos primeros capítulos, al igual que al de Juan los primeros 18 versículos. Sin estos capítulos y versículos, los cuatro evangelios principiarían con la predicación de Juan el Bautista en el desierto, tal como lo hace el evangelio de Marcos.   

    De la evidencia de la Historia seglar documentada se deduce que Jesucristo no pudo haber vivido en Nazareth porque la población no existía en el siglo I. Ni el historiador Josefo (siglo I) ni el Talmud (siglo III) mencionan a Nazareth, a pesar de que el evangelio dice que Nazareth tenía sinagoga. Tampoco Jesucristo pudo haber nacido en Belén porque el empadronamiento del que habla el evangelio aconteció más de una década después del supuesto nacimiento de Jesús. Realmente Jesús ni era de Nazareth ni era de Belén.

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