martes, 28 de febrero de 2017

La verdad de los años 607-537 a.e.c y 1914 (CAPITULO V)


V

 

    En 1927 Rutherford publicó en la revista Watchtower del 15 de Febrero que el llamado ‘esclavo fiel y discreto’ era, no Russell, como hasta entonces habían creído los Estudiantes de la Biblia, sino el resto de los 144.000 ungidos que aún estaban vivos. Igualmente publicó en esa revista que Jesucristo había inspeccionado a su esclavo fiel y discreto en 1918 y que en 1919 le había nombrado como administrador de todos sus bienes terrestres. En ese tiempo absolutamente todos los Estudiantes de la Biblia se consideraban ungidos y esperaban ir al cielo al morir.

    En la actualidad cada vez más pastores de los testigos de Jehová no entienden cómo pudo Cristo nombrar a nadie como su esclavo fiel si tal esclavo no estaba en aquel tiempo predicando la verdad y declaraba que el reino de Dios se había establecido en 1874, que tenía por símbolo la cruz y que celebraba cumpleaños y navidades. Además el supuesto nombramiento se dio a los Estudiantes de la Biblia y no a los testigos de Jehová, que no llegaron a existir hasta 1931.

    Esta información retrospectiva dada en 1927 con respecto a las fechas 1918 y 1919 no agradó a la mayoría de los adeptos, que se preguntaban que cómo, si ellos eran realmente el esclavo fiel y discreto, no se habían enterado de la inspección de Jesucristo en 1918 ni del nombramiento sobre los bienes terrestres del mismo en 1919. De ahí que en 1927 terminara de abandonar el movimiento más del 70% de los Estudiantes de la Biblia. Los datos que muestran tal abandono están sacados de los anuarios de la Watch Tower de 1926 y 1928.

    El anuario de 1926, que corresponde al año 1925, indica que los participantes del pan y el vino en la Conmemoración de la muerte del Señor en 1925 fueron 89.278 personas. Sin embargo el anuario de 1928, que corresponde al año 1927, da fe de que los participantes solamente fueron 23.988. Ello indica una disminución de casi el 73% de los Estudiantes de la Biblia. Es de suponer que un 1% habría muerto, lo que evidencia que más del 70% habría abandonado la organización, indudablemente debido en gran parte a las irrazonables declaraciones de Rutherford en la revista Watchtower del 15 de Febrero de 1927. La Watch Tower jamás informó de lo sucedido; pero muchos de los que en aquellos días pastoreaban las congregaciones de los Estudiantes de la Biblia informaron de viva voz de este insólito caso.  

    Llegado el año 1929, Rutherford retiró de la circulación los tomos rusellitas de Estudios en las Escrituras y en su lugar ofreció los de su propia pluma. Estos libros fueron conocidos como la ‘colección arco iris’, por los diferentes vivos colores de las tapas. En aquellos días no había un cuerpo gobernante que se encargara de escribir la literatura, sino que era el propio presidente de la Watchtower el que escribía, auxiliado por algún ayudante. Rutherford comenzó a contar como ayudante a Fréderick W. Franz, que posteriormente, durante la época de Knorr, el sucesor de Rutherford, se encargaría de escribir todos los libros y gran parte de las revistas.

    A pesar de que hacía cuatro años se había dejado atrás el famoso 1925, en que se suponía que habían de resucitar los patriarcas, Rutherford no abandonó la idea de que los tales habrían de volver a la existencia en cualquiera de aquellos años. Con tal idea, en 1929 solicitó fondos a los Estudiantes de la Biblia que le fueron fieles, es decir, el 27% de los que no dejaron las filas en 1927. Se recaudaron 25.000 dólares y se construyó una mansión en San Diego, California.

    La mansión, lujosa, se conoció como Beth Sarim o Casa de los Príncipes, fue concluída en 1930 y, en tanto resucitaban los patriarcas, Rutherford la ocupó. En el garaje se dispuso un Cadillac de 16 cilindros valorado en más de 6.000 dólares. Un utilitario salía entonces por unos 500 dólares y un obrero especializado ganaba 150 dólares al mes. Rutherford tenía otro Cadillac idéntico en Nueva York. Y todo ello en la época de la Gran Depresión, en que un ingente número de personas pasaba hambre y serias carencias, incluídos los propios Estudiantes de la Biblia.   

    En 1931 Rutherford cambió la identidad nominal de los Estudiantes de la Biblia que no habían abandonado las filas, incluyéndose los pocos adeptos que se captaron entre 1927 y 1930. El grupo pasó a denominarse ‘testigos de Jehová’ y estaba compuesto exclusivamente por ungidos o miembros de los 144.000 que habrían de ir al cielo a gobernar con Cristo. Años después, en 1935, Rutherford señaló que no todos los testigos de Jehová, es decir, los ungidos, irían al cielo, sino que muchos habitarían en el Paraíso en la propia Tierra. A estos se les conoció como ‘la gran muchedumbre’ y no se les consideraba testigos de Jehová -que lo eran únicamente los ungidos-, sino que se les conocía como ‘Jonadabs’ o simpatizantes de los Testigos.

    En 1939 Rutherford adquirió un terreno de difícil acceso cerca de Beth Sarim, en el que habilitó la correspondiente vivienda y construcciones accesorias. Al lugar le puso el nombre de Beth Shan o Casa de Seguridad. Debajo de la casa principal y del recinto de las cabras mandó construir sendos refugios antiaéreos, en la creencia de que la guerra europea se extendería a los Estados Unidos, lo cual no sucedió.

    El 8 de enero de 1942 falleció Rutherford en Beth Sarim. Su cadáver fue conservado en una nevera de hielo durante al menos dos semanas, mientras se tramitaba con las autoridades municipales el permiso de enterramiento en la finca de Beth Sarim, tal como era el deseo del finado. Para ello se construyó en la finca un sencillo mausoleo que actualmente existe, aunque está vacío. Finalmente, tras mucha insistencia por parte de los representantes de la Watch Tower, las autoridades denegaron el permiso y Rutherford fue enterrado en secreto. A día de hoy no se sabe dónde está su tumba, aunque se sospecha que fue enterrado en Beth Sarim, tal como lo manifestó en su día el comprador de la finca. 

    En una nota de finales de Abril de 1942 la Watch Tower publicaba que Rutherford había sido sepultado en el antiguo terreno de la radio que la entidad tenía en Staten Island. Sin embargo en 1942 el terreno ya no pertenecía a la Watch Tower, aparte de que no se autorizaban enterramientos en él. El único cementerio que allí existe, cuyas lápidas aparecen gastadas, pertenece a la iglesia metodista que ocupa el lugar desde el siglo XVIII y consta que en ese terreno no se ha enterrado a nadie desde finales del siglo XIX. La iglesia metodista continúa funcionando en el lugar. Definitivamente, Rutherford no pudo haber sido enterrado ahí. No se tiene constancia de dónde pueda estar enterrado, aunque todas las sospechas apuntan a la finca de Beth Sarim.     

 

 

lunes, 27 de febrero de 2017

La verdad de los años 607-537 a.e.c. y 1914 (CAPITULO IV)


(Continuación de los capítulos del libro...)

IV

 

    En 1876 Russell aceptó ciegamente del adventista Barbour los 2.520 años que ahora se presentaban como la duración de los tiempos de los gentiles. Aceptó además la fecha del 606 a.e.c. como año de la destrucción de Jerusalén y su templo, al igual que hizo suya la fecha del 536 a.e.c. para la liberación de los judaítas del cautiverio babilonio. Igualmente Russell comenzó a predicar que Cristo había sido establecido en su reino celestial en 1874 y que en 1914 vendría a la Tierra en la batalla de Armagedón, mediante la cual destruiría los reinos humanos y establecería el Paraíso.

    Russell tenía entonces 23 años, estaba henchido de entusiasmo y apenas conocía la Biblia. Todo su conocimiento bíblico se limitaba a señalar que la Biblia nada decía de que el hombre tuviera un alma inmortal y de que no había un infierno de fuego después de la muerte, aparte de que Dios no era una trinidad. De haber tenido el conocimiento bíblico suficiente, Barbour no hubiera podido convencer tan fácilmente a Russell y éste no hubiera aceptado las fechas de aquél ni los 2.520 años del hipotético tiempo de los gentiles, ni los 70 supuestos años de destierro de los judaítas. Por ende, tampoco hubiera aceptado Russell que la segunda venida de Cristo acontecería en 1914. A raíz de ello creó Russell el movimiento de los Estudiantes Internacionales de la Biblia. Tanto él como sus adeptos se pusieron a divulgar frenéticamente que Cristo había sido entronizado en el cielo como rey en 1874 y que en 1914 regresaría a la Tierra y acabaría con todos los reinos humanos, estableciendo en su lugar un nuevo orden mundial.

    En 1879 fundó Russell la revista Watchtower (La Atalaya) y a través de ella y de los seis tomos de la colección El Milenio de la Aurora, que después presentó bajo el nombre de Estudios en las Escrituras, dio amplia publicidad a la doctrina de la segunda venida de Cristo en 1914, aparte de publicitar las fechas 606 a.e.c., 536 a.e.c. y 1874. A los 40 años comprendidos entre 1874 y 1914 los llamaba Russell ‘el tiempo de la cosecha’.

    Poco después, en 1881, el millonario William Henry Conley, que había sido componente del grupo de estudio bíblico de Russell, fundó la Sociedad Watch Tower de Sión, en la que Charles T. Russell participaba con el 10% de las acciones ó 500 dólares del capital social, siendo los otros dos socios el padre de Charles, Joseph, con el 20% de participación (1.000 dólares) y el propio Conley, que ocupó el cargo de presidente con su aportación del 70% (3.500 dólares). Cuando, por desavenencias con Russell, Conley dejó la Watch Tower, Charles Russell la reestructuró en 1884 por exigencias legales y se inscribió como supremo accionista y presidente.   

    Años antes de 1914, Russell se dio cuenta de que entre el 606 a.e.c. y 1914 mediaban solamente 2.519 años, por lo que pensó trasladar el hipotético año del Armagedón a 1915, y de esa manera quedarían cuadrados los 2.520 años que, según le transmitió Barbour, se entendía que duraban los tiempos de los gentiles, que en su opinión eran al propio tiempo los siete tiempos del profeta Daniel. En esa cuenta andaba cuando en 1914 estalló la Gran Guerra y Russell pensó que la misma desembocaría en el Armagedón en octubre de aquel año o poco después.

    Pasó 1914 y, no habiendo llegado el tan esperado fin del sistema, Russell trasladó definitivamente la fecha de 1914 a 1915 y así lo hizo constar en su medio de difusión oficial, la revista Watchtower, y en el segundo tomo de Estudios en las Escrituras, titulado ‘The time is at hand’ (El tiempo se ha acercado). Existen, pues, dos publicaciones distintas de este segundo tomo, a saber, una con la fecha 1914 para el Armagedón y otra con el año 1915 para el mismo acontecimiento.

    Transcurrió el año 1915 sin que Cristo apareciera ni llegara el Armagedón. No obstante Russell esperaba que aquella guerra desembocara en la llegada de Cristo y el consiguiente Armagedón. El caso es que Russell, obstinado en que Jesucristo tenía que aparecer por aquellas fechas, redobló su actividad de predicar por todo el continente norteamericano, lo cual extenuó sus fuerzas y el 31 de Octubre de 1916 moría en el tren que le trasladaba de una ciudad a otra durante su fanática predicación.

    Russell tuvo el sepelio de un auténtico rey y fue sepultado en el cementerio de Pittsburgh, frente al lugar donde hoy se levanta el gran Centro Masónico. Junto a su tumba se le erigió una gran pirámide de granito con los símbolos masónicos de la cruz y la corona, así como la representación de una biblia abierta. La pirámide puede contemplarse hoy día entrando en el Google mundial. La guerra de 1914 concluyó inesperadamente cuatro años después sin que hubiera acontecido la segunda venida de Cristo ni el Armagedón que Russell pregonaba.   

    En enero de 1917, mediante subterfugios legales, ocupó la presidencia de la Watch Tower el abogado Joseph Franklin Rutherford. Aquel mismo año Rutherford mandó escribir el libro ‘El misterio terminado’, haciéndolo pasar por el séptimo tomo de los Estudios en las Escrituras de Russell. Esto, así como el descabellado contenido del libro, repleto de increíbles barbaridades que nada tenían que ver con la Biblia, hizo que los directores de la Watch Tower se enfrentaran a Rutherford, exigiéndole que retirara aquella dañina publicación. Rutherford se opuso a ello y además expulsó a los directores de la Sociedad, reafirmándose en su puesto como dirigente único.   

    Rutherford volvió a la fecha de 1914, desechando la de 1915, sin saber exactamente qué había ocurrido en aquel 1914, aparte de la guerra mundial. Los Estudiantes de la Biblia quedaron a oscuras con respecto al significado de 1914. También predicaba Rutherford que Cristo había iniciado su reinado en los cielos invisibles en 1874.

    Desde 1918 Rutherford y sus colaboradores venían dando por todo el territorio norteamericano el discurso titulado ‘Millones que ahora viven no morirán jamás’. En 1920 Rutherford publicó el discurso en forma de folleto. En él aseguraba que era bíblicamente evidente que en 1925 resucitarían los antiguos patriarcas de Israel y a continuación vendría el nuevo sistema paradisíaco en la persona de Jesucristo.

    Pasó 1925 y no resucitaron los patriarcas ni vino el Armagedón, lo cual le hizo exclamar a Rutherford que había hecho el asno. En 1926 no pocos de los Estudiantes de la Biblia comenzaron a abandonar las filas. Sin embargo no fue hasta el primer trimestre de 1927 que se constató que, para la Conmemoración de la muerte de Jesucristo, más del 70% de los Estudiantes de la Biblia había abandonado la organización por culpa de las doctrinas antibíblicas de Rutherford. 

 

 

domingo, 26 de febrero de 2017

La verdad de los años 607-537 a.e.c. y 1914 (CAPITULO III)


III

 

    Habiendo sido aceptada por muchos entusiastas bíblicos la teoría de Brown de las fechas 604 a.e.c. y 1917, así como los 2.520 años de supuesta duración de los siete tiempos del profeta Daniel, en 1843 el teólogo inglés Thomas Rawson Birks publicó su obra ‘Primer elemento de la sagrada profecía’. Birks recogió el cálculo que muchos estudiosos de la Biblia realizaban en aquellos días. Dado que Nabucodonosor había subido al trono en 605 a.e.c. y destruyó Jerusalén en el año 18/19 de su reinado, se calculaba que esa destrucción había tenido lugar en el año 587 a.e.c.

    Sin embargo los estudiosos bíblicos entendieron que había que corregir un año la fecha de ascenso de Nabucodonosor, pasándola al 606 a.e.c. Se basaban en el texto de Jeremías 52:12, que dice que Nabucodonosor arrasó Jerusalén en el año 19 de su reinado. Entonces lo que hicieron fue sumar 19 años al 587 y así llegaron al 606 a.e.c. Sin embargo se equivocaron en el cómputo, ya que no es lo mismo el año 19 que 19 años. El año 19 significa que han pasado 18 años; por lo tanto los estudiosos bíblicos debieron haber sumado 18 años al 587 y así hubieran llegado correctamente al 605 a.e.c., que era el año que demostraban los historiadores para la subida al trono de Nabucodonosor.

    Birks por tanto recogió en su libro las mismas fechas que antes del siglo XIX daban los historiadores para la duración del imperio neobabilónico desde la toma de Harrán hasta la caída de Babilonia. Solamente que Birks las consideró bajo otra óptica: el año 536 a.e.c. era para él el de la liberación de los judaítas desterrados en Babilonia, en tanto que el 606 a.e.c. lo entendía como el año de ascenso de Nabucodonosor. Para los historiadores de tiempo atrás, el 536 a.e.c. era el año de la caída de Babilonia, en tanto que el 606 a.e.c. lo estimaban como el año en que había tenido lugar la toma de Harrán y el inicio de los 70 años del imperio babilonio tras la conquista definitiva de Asiria.

    En 1844, el escrutador bíblico Edward Bishop Elliot publicaba el libro ‘Horas con el Apocalipsis’. Elliot hizo suyas las fechas 606 y 536 a.e.c. que había establecido Birks como años incorrectos de la subida al trono de Nabucodonosor y la liberación de los judaítas, respectivamente. Además Elliot añadió a esas fechas los 2.520 años de supuesta duración de los siete tiempos de Daniel, según lo había pregonado Brown en 1823. Por tanto Elliot, al restar a 2.520 años el 606 a.e.c. llegó a la fecha de 1914 como año en que vendría Cristo por segunda vez. Elliot no cayó en la cuenta de que no había año cero entre la era anterior y la posterior a Cristo, aunque el punto de división entre ambas eras también estaba errado, ya que el monje Dionisio, que realizó los cálculos en el siglo VII, se equivocó en unos seis o siete años de menos. Para ser exacto, Elliot debió haber concluido los 2.520 años en 1915 y no en 1914. Entre el 606 a.e.c. y 1914 mediaban solamente 2.519 años. De este error no se dieron cuenta los escrutadores bíblicos posteriores a Elliot.  

    Las teorías numéricas de Brown, Birks y Elliot, a pesar de que no se correspondían con la Biblia -que en realidad nada indica sobre tiempos y fechas, sino que todo es producto de la mente humana- fueron aceptadas por otros escrutadores. Uno de ellos fue el adventista Nelson Horatio Barbour, que había sido discípulo del fundador del adventismo, William Miller. Barbour añadió más errores al cúmulo de equivocaciones doctrinales heredadas desde los tiempos de Brown. Al principio de los años setenta del siglo XIX, Barbour leyó el libro ‘Horas con el Apocalipsis’, que había publicado en 1844 Edward Elliot, y aceptó con cierta reserva las fechas del 606 y 536 a.e.c., así como la fecha de 1914 y los 2.520 años de los siete tiempos del profeta Daniel.

    No obstante lo anterior, Barbour predicaba que Cristo y el fin del mundo vendrían en 1873, en la creencia de que su maestro Miller se había equivocado en treinta años. Como el fin no vino en 1873, lo traspasó a 1874. Tampoco vino. Pero uno de los discípulos de Barbour, un tal Kleith, había leído en el Diaglotón Enfático que, donde otras Biblias traducen ‘venida’, en el Diaglotón aparecía la palabra ‘presencia’. Entonces Barbour razonó que lo que sucedió en 1874 fue la presencia invisible de Cristo en su reino celestial y que, transcurridos 40 años de juicio sobre la humanidad, Cristo vendría físicamente a la Tierra en 1914, en la batalla de Armagedón.

    Al mismo tiempo Barbour confundió los siete tiempos de Daniel con los tiempos de los gentiles de los que habla el evangelio de Lucas. Está claro que Jesucristo se refiere a un tiempo futuro a partir de la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70. En sus días, pues, no habían comenzado a correr los tiempos de los gentiles. Igualmente Barbour cambió el significado de la fecha del 606 a.e.c., que sus predecesores predicaban como la del inicio del reinado de Nabucodonosor.

    Para Barbour el 606 a.e.c. era el año 18/19 de Nabucodonosor, al entender que los judaítas llevados al destierro en ese año habían permanecido 70 años en Babilonia, algo que la Biblia no dice. Los famosos 70 años de los que habla el profeta Jeremías, como se verá más adelante, se refieren a la duración del imperio babilonio después de haber conquistado Harrán y no al tiempo de destierro de los judaítas. En contra de los historiadores, Barbour adelantó 18 años la fecha de subida al trono de Nabucodonosor, pasándola al 624 a.e.c., cuando toda la evidencia señalaba al 605 a.e.c.   Todo esto lo publicaba Barbour en su revista ‘El Heraldo de la Mañana’.

    En enero de 1876 uno de los ejemplares de la revista de Barbour llegó a manos del joven entusiasta bíblico Charles Taze Russell, que había formado un grupo de estudio con su padre Joseph, su hermana Margaret y el multimillonario matrimonio formado por William Henry Conley y su esposa Sara. Interesado Russell en todo lo expuesto por Barbour en su revista, se entrevistó con él y Russell acabó aceptando -sin reservas y sin cerciorarse de la veracidad o no veracidad de fechas, tiempos y doctrinas- todo cuanto Barbour había publicado. Tal era el entusiasmo de Russell, que no le dejaba sopesar la realidad y acabó predicando como doctrina todo lo que Barbour había forjado.  

    Así, pues, Russell aceptó ciegamente del adventista Barbour los 2.520 años que ahora se presentaban como la duración de los tiempos de los gentiles. Aceptó además la fecha del 606 a.e.c. como año de la destrucción de Jerusalén y su templo, al igual que hizo suya la fecha del 536 a.e.c. para la liberación de los judaítas del cautiverio babilonio. Igualmente Russell comenzó a predicar que Cristo había sido establecido en su reino celestial en 1874 y que en 1914 vendría a la Tierra en la batalla de Armagedón. 

sábado, 25 de febrero de 2017

La verdad de los años 607-537 a.e.c. y 1914 (CAPITULO II)


 
II

 

    Las decenas de miles de tablillas cuneiformes descubiertas en tierras de la antigua Babilonia comienzan mencionando al rey en funciones y su año de reinado. Ordenadas las mismas según los listados de Beroso, Tolomeo y la lista de reyes en Uruk, tenemos que: hay tablillas para los 43 años de reinado de Nabucodonosor y no existen tablillas más allá de esos años: hay tablillas para los 2 años de reinado de Evil Merodac y no se encuentran tablillas posteriores a esos 2 años; hay tablillas para los 4 años de Neriglisar y no existen documentos posteriores; hay alguna tablilla de un mes para Labashi Marduk (probablemente reinó un mes en Babilonia y otro en Uruk); y hay tablillas para los 17 años de Nabonido, no hallándose tablillas que vayan más allá de esos años.

    Todas las tablillas que se descubren confirman los reinados de esos precisos monarcas y sus años de gobierno. Todas son coincidentes en los nombres de los reyes y sus años de reinado. Eso significa que no existen reyes que puedan incluirse entre los ya citados, ni más años de reinado que los 66 atribuídos por los listados de los historiadores antiguos. Sumados a la fecha del 539 a.e.c. los 66 años de reinado de los reyes babilonios que nos ocupan se alcanza el año 605 a.e.c. como el del inicio de reinado de Nabucodonosor.

    Una tablilla de cuyo estudio se deduce que Nabucodonosor subió al trono en el 605 a.e.c. es el diario astronómico VAT 4956. La tablilla inicia el texto diciendo que se escribe en el año 37 de Nabucodonosor. Y detalla 28 posiciones astronómicas de los planetas entonces conocidos y la Luna. Trece de las posiciones son lunares. Los astrónomos convirtieron a nomenclatura moderna los datos de la tablilla y los introdujeron en un sofisticado programa informático que calcula los eclipses y las posiciones estelares en un periodo de tiempo de 25.920 años. Después de ese periodo se repiten las posiciones astronómicas.

    ¿Por qué 25.920 años? La Tierra tiene tres movimientos principales: uno de rotación sobre su eje inclinado, otro de traslación alrededor del Sol y un tercero llamado de precesión. Este consiste en el cabeceo del eje terrestre a modo de como lo hace un trompo. El eje terrestre apunta hoy a la estrella Polar, pero cada 2.160 años señala a una estrella guía diferente. Al cabo de 12 periodos de 2.160 habrán pasado 25.920 años y el eje terrestre volverá a apuntar a la estrella Polar, salvo que algún serio cataclismo lo impida. Durante esos 25.920 años las posiciones estelares diarias son diferentes.

    Como desde los tiempos de Nabucodonosor hasta hoy apenas han pasado 2.600 años, le fue relativamente fácil al programa informático calcular a qué año de nuestro cómputo correspondió el año 37 de Nabucodonosor. El programa arrojó que las posiciones astronómicas del diario VA T4956 solamente pudieron haberse dado en el año 568 a.e.c. Esta fecha está reconocida por los astrónomos y los historiadores como ‘año científico absoluto’, por estar corroborado astronómicamente. Así, pues, si el año 568 a.e.c. correspondió al 37 de Nabucodonosor, sumando 37 años al 568 alcanzamos el 605 a.e.c. como año de ascenso de dicho rey babilonio. Por la Historia, la Arqueología y la Astronomía siempre se llega al 605 a.e.c. como año en que Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar, subió al trono de Babilonia. Científicamente no es posible asignar al ascenso de Nabucodonosor otro año que no sea el 605 a.e.c.  

    Se ha expuesto que los historiadores, gracias a la cronología independiente de Egipto, corrigieron las fechas 606 a.e.c. (estimada incorrectamente como año de la toma de Harrán por los babilonios) y 536 a.e.c. (estimada como año de la caída de Babilonia) y en su lugar establecieron definitivamente las fechas del 609 a.e.c. (año real de la toma de Harrán) y 539 a.e.c. (año real de la caída de Babilonia). Entre ambas fechas mediaron 70 años, que fue el tiempo que Babilonia duró como imperio absoluto después de conquistar la última ciudad de Asiria, Harrán.

    Cuatro años después del 609 a.e.c., es decir, en el 605 a.e.c., Nabucodonosor fue coronado como rey de Babilonia. Como el 605 a.e.c. fue el año de ascenso de Nabucodonosor, su primer año de reinado, según el sistema babilonio, fue el 604 a.e.c. Por esa razón el entusiasta bíblico John Aquila Brown se aferró al 604 a.e.c. como el inicio de los 2.520 años de los siete tiempos del profeta Daniel, según explica en su libro ‘El Atardecer’, publicado en 1823. Esos 2.520 años los extendió Brown hasta 1917.

    Brown fue el primero en afirmar que los siete tiempos de Daniel duraban 2.520 años, basándose en la numerología, que es una ciencia ocultista. Hasta su tiempo se creía que por lo general los siete tiempos duraban 1.260 años, teoría que pusieron en boga algunos judíos en la Edad Media, si bien los judíos esperaban la primera venida del Mesías. Brown duplicó los 1.260 años y así llegó en principio a los 2.520 estimados años de supuesta duración de los tiempos de Daniel. Al mismo tiempo calculó que un tiempo o año ‘profético’ duraba 360 días, por lo que los siete tiempos duraban 2.520 días.

    Como Brown creía, basado en la cábala judía, que había que aplicar un año a cada día mencionado en ciertos pasajes de la Biblia, de ahí que los 2.520 días los elevara a 2.520 años, comenzando arbitrariamente su aplicación en el 604 a.e.c., año primero de Nabucodonosor, y terminándola en 1917. Brown aseguró que en ese año brillaría la gloria de Israel. Casualmente el ejército inglés conquistó Jerusalén a los turcos en diciembre de aquel año y la interpretación profética de Brown fue aceptada por muchos estudiosos bíblicos.

    Sin embargo Brown se equivocó en la aplicación, pues, en lugar de operar con años de 360 días, operó con años solares de 365,25 días. Por esa razón llegó a 1917 como año de la supuesta segunda venida de Cristo. Puesto que había comenzado el cálculo con años de 360 días, de haber contabilizado años de esa duración, que hubiera sido lo más lógico, habría llegado a 1881 como el tiempo de la estimada segunda venida de Cristo, en que destruiría los reinos del mundo en la batalla del Armagedón. Brown comenzó a operar con años de 360 días, pero terminó aplicando inadvertidamente años de 365,25 días al cómputo de 2.520 años ó siete tiempos de 360 años. De todas maneras, la Biblia no menciona ni insinúa cálculo de tiempo alguno para tal suceso.

    A partir de Brown, muchos estudiosos bíblicos aceptaron que los siete tiempos de Daniel duraban 2.520 años solares, sin caer en la cuenta de que Brown había llegado a esos 2.520 años partiendo de años de 360 días. Estudiosos posteriores se desviaron de las fechas de Brown y establecieron sin más las suyas propias. 


viernes, 24 de febrero de 2017

La verdad de los años 607-537 a.e.c. y 1914 (CAPITULO I)


 

I

 

    Hasta principios del siglo XIX -o por lo menos antes de 1823- se estimaba que Babilonia había caído en el 536 a.e.c. (antes de la era cristiana). Esta fecha fue calculada por algunos historiadores que creyeron haberse basado correctamente en los escritos del astrónomo Tolomeo. Como el imperio babilonio duró 70 años desde que conquistó el último baluarte de Asiria, la ciudad de Harrán, estos historiadores añadieron retrospectivamente 70 años al 536 a.e.c. y así llegaron al 606 a.e.c. como presumible año de la caída de Harrán e inicio de los 70 años de dominio de Babilonia como imperio absoluto o de servidumbre de las naciones a Babilonia.

    ¿Qué ocurrió en Harrán? Los babilonios ya habían conquistado Nínive, la capital del imperio asirio; pero les quedaba este importante reducto en el que se había parapetado el rey asirio Asurubalit II. Nabopolasar, rey de Babilonia y padre de Nabucodonosor, fue con sus tropas a conquistar Harrán. Al mismo tiempo el faraón de Egipto Necao II -que es el Nekó del que habla la Biblia- subió con sus tropas en ayuda de los asirios de Harrán. En el camino el rey Josías trató de impedirle el paso a Necao y uno de los arqueros lo hirió mortalmente. Josías se retiró a Jerusalén, donde murió.

Los egipcios ayudaron a los asirios, pero no pudieron vencer a los babilonios, que al final conquistaron la ciudad, destruyeron su templo y terminaron de anexionarse el imperio asirio.      

    Sobre principios del siglo XIX los historiadores descubrieron que las fechas 536 y 606 a.e.c. no eran correctas y las cambiaron. Ello fue debido gracias a la cronología egipcia, que tiene una serie de fechas rigurosamente exactas y sin posibilidad de error. Una de esas fechas era la del 610 a.e.c. En ese año subió al trono el faraón Necao II ó Nekó, quien en el año primero de su reinado, es decir, a partir de la primavera del 609 a.e.c., acudió en ayuda de los asirios de Harrán. Como la toma de Harrán duró pocas semanas, los historiadores concluyeron correctamente que Harrán había caído en el 609 y no en el 606 a.e.c. Al 609 a.e.c. le aplicaron los 70 años de duración del nuevo imperio babilonio y así llegaron a la fecha del 539 a.e.c. como año de la caída de Babilonia. Si la fecha del 609 a.e.c. hubiera sido incorrecta, también lo hubiera sido la del 539 a.e.c.

    Cuatro años después de la toma de Harrán aconteció la batalla de Karkemis, ciudad no muy lejana de Harrán. Por lo tanto, si Harrán cayó en el 609 a.e.c., la batalla de Karkemis tuvo lugar en el 605 a.e.c. Los egipcios querían apoderarse de las tierras que Babilonia había conquistado a Asiria y presentaron batalla contra los babilonios en la ciudad de Karkemis. Nabopolasar se hallaba enfermo en Babilonia y envió a su hijo Nabucodonosor, el príncipe heredero, a pelear a Karkemis. Tras la lucha contra los egipcios, Nabucodonosor salió victorioso. Ese mismo año de 605 a.e.c. falleció Nabopolasar y Nabucodonosor fue hecho rey de Babilonia. Nabucodonosor, pues, subió al trono en el 605 a.e.c.

    La principal corroboración de la fecha de la caída de Babilonia, el 539 a.e.c., se establece a partir del 605 a.e.c., año de la ascensión de Nabucodonosor como rey, gracias a los listados de los reyes que presentan Beroso y Tolomeo. Algunos críticos se apresuraron a decir que las listas de Beroso y Tolomeo no eran correctas. Pero a mediados del siglo XX se descubrió en las excavaciones de Babilonia la llamada ‘lista de los reyes en Uruk’, una tablilla cuneiforme más extensa que los listados de Beroso y Tolomeo. La lista de los reyes en Uruk confirmó exactos los listados de Beroso y Tolomeo, como también lo han confirmado las decenas de miles de tablillas cuneiformes descubiertas en las excavaciones de la antigua Babilonia.

    Tanto la lista de los reyes en Uruk como los listados de Beroso y Tolomeo indican que: Nabucodonosor reinó 43 años; su hijo Evil Merodac, 2 años; Neriglisar, un yerno de Nabucodonosor, 4 años; el hijo de éste, Labashi Marduk, unos meses (que se cuentan como cero años por haber muerto este rey dentro de su año de ascensión); finalmente Nabonido, otro yerno de Nabucodonosor, reinó 17 años, hasta que cayó Babilonia. En total todos estos monarcas reinaron 66 años, los cuales los historiadores aplicaron a la fecha de entronización de Nabucodonosor, el 605 a.e.c., y así corroboraron el año 539 a.e.c. como el de la caída de Babilonia. El 539 a.e.c. fue después corroborado de otras maneras.

    La fecha del 609 a.e.c. se corrobora, entre otros documentos, por la estela Nabón número 8. En ella se lee que en el año primero de Nabonido, el dios Sin le encargó al rey que reconstruyera el templo de Harrán, que llevaba 54 años destruido desde que la ciudad fue tomada por los babilonios. Como el año primero de Nabonido correspondió al 555 a.e.c. (su año de ascensión fue el 556 a.e.c.), 54 años atrás llevan al 609 a.e.c. como año de la destrucción del templo de Harrán, al tiempo de la toma de la ciudad.

    Tenemos, pues, tres fechas inseparables en la Historia del imperio babilonio desde que terminó de anexionarse por completo Asiria hasta la caída de Babilonia, cuyo lapso fue de 70 años. Estas fechas son: 609 a.e.c. (toma de Harrán), 605 a.e.c. (batalla de Karkemis y subida al trono de Nabucodonosor) y 539 a.e.c. (conquista de Babilonia por Ciro). Entre el 609 y el 539 a.e.c. median los 70 años de duración del imperio babilonio tras anexionarse Asiria. Y entre el 605 y el 539 a.e.c. median los 66 años de reinado de Nabucodonosor, Evil Merodac, Neriglisar, Labashi Marduk y Nabonido, de acuerdo con la lista de los reyes en Uruk, con Beroso y con Tolomeo. Y de acuerdo también con las decenas de miles de tablillas descubiertas en Babilonia, que corroboran la exactitud de las listas de reyes en Uruk y de los listados de Beroso y Tolomeo.

    Confirma también la exactitud de los listados precedentes la estela de Adad Guppi. Ella era la madre del rey Nabonido, muerta en el año noveno de reinado de su hijo. En la estela se lee que Adad Guppi vivió 25 años bajo reyes asirios y, después, 21 años bajo el reinado de Nabopolasar, 43 años bajo Nabucodonosor, 2 años bajo Evil Merodac, 4 años bajo Neriglisar y para entonces había cumplido 95 años. La estela pasa por alto el corto reinado de Labashi Marduk, que no influye en el cómputo, y termina diciendo que ella vivió hasta el año noveno de Nabonido, falleciendo a la edad de 104 años. Como Nabonido subió al trono en el 556 a.e.c. y su primer año de reinado fue el 555 a.e.c., fácil es concluir que su año noveno fue el 547 a.e.c. Desde el inicio del reinado de Nabucodonosor hasta el año noveno de Nabonido pasaron 58 años, según se deduce de la estela. Si al año 547 a.e.c. le añadimos esos 58 años, se llega al 605 a.e.c. como año de entronización de Nabucodonosor.  

miércoles, 22 de febrero de 2017

La verdad de los años 607-537 a.e.c. y 1914 (PROLOGO, segunda parte)


La verdad de los años 607-537 a.e.c. y 1914

(PROLOGO, segunda parte)

 

    El testigo de Jehová no admite que está equivocado al haber aceptado las creencias de Russell, Rutherford y Franz, aunque periódicamente hayan sido cambiadas. Aunque se le demuestre por la propia Biblia que está lejos de la Verdad, el Testigo se defenderá con uñas y dientes y seguirá aferrándose a la que considera su tabla de salvación. Ha sido adoctrinado para ello y cree profundamente que su Cuerpo Gobernante, que se autonombró como el Esclavo Fiel y Discreto, es el único depositario oficial de la Verdad y el canal exclusivo de comunicación de Dios con el hombre, entendiéndose por la palabra ‘hombre’ el resto de los 144.000 ungidos que aún permanece en la Tierra, pues, según la doctrina jehovista, Dios solamente se comunica con ellos y no con el resto de la humanidad, tal como también enseña que Jesucristo es el único mediador entre Dios y los 144.000 ungidos, ello a pesar de que la Biblia dice que Jesucristo es el mediador entre Dios y los hombres, no entre Dios y un grupo de hombres.    

    Cuando Rutherford dijo en 1935 que muchos de los que se creían ungidos eran de la gran muchedumbre, el nombre de testigos de Jehová solamente se limitaba a los ungidos. Los de la gran muchedumbre no eran testigos de Jehová, sino asociados a ellos o ‘Jonadabs’. Este entendimiento no ha sido sobreseído y por tanto los testigos de Jehová de la actualidad continúan siendo en realidad los que se consideran ungidos o pertenecientes al grupo de los 144.000 individuos que, según deducen de su interpretación del Apocalipsis, reinarán con Cristo en el cielo durante mil años. Solamente los testigos de Jehová pertenecen a la congregación, lo que significa que los de la gran muchedumbre, que en realidad no son testigos de Jehová, sino asimilados a ellos, no pueden ser expulsados de la congregación por no pertenecer a ella. Sin embargo el Cuerpo Gobernante, que vino a la existencia después, los considera testigos de Jehová aun sin ser ungidos.

    Por otro lado, la gran muchedumbre no aparece en escena hasta después de la gran tribulación, puesto que salen de ella, tal como indica el Apocalipsis. Rutherford se adelantó demasiado al asegurar en 1935 que la gran muchedumbre ya estaba presente entonces. Esto es algo que muchos pastores (ancianos y superintendentes) tienen en cuenta, aunque no se atreven siquiera a preguntar al Cuerpo Gobernante sobre ello, so pena de ser expulsados de la congregación por apóstatas.

    Apóstata considera el Cuerpo Gobernante, no a quien no cree en Jesucristo o en la Biblia, sino a quien pone en duda cualquiera de las doctrinas del Esclavo Fiel y Discreto, aunque más tarde esa doctrina o doctrinas hayan sido suprimidas por aquello de la nueva luz que va haciéndose más y más brillante hasta que el día queda firmemente establecido. Pero ese día nunca queda firmemente establecido, ya que siempre cambia las doctrinas el Cuerpo Gobernante, al constatar que no se cumple la profecía de la segunda venida de Cristo, algo que no es más que elucubración mental de individuos anteriores a Russell y que por tanto eran parte de Babilonia la Grande -que así llama la organización de los Testigos al resto de las religiones-, individuos que, sobre todo a través de los dirigentes de la Watch Tower, transmitieron sus pensamientos doctrinales a los Estudiantes de la Biblia y a los testigos de Jehová, que no investigaron acerca de la veracidad de cuanto aceptaban de otros grupos religiosos que interpretaban a su modo los textos bíblicos acerca de la segunda venida de Cristo.  

    El testigo de Jehová jamás se ha detenido a investigar las doctrinas -doctrinas que vienen de los adventistas y de otros religiosos- que se le han inculcado como Palabra de Dios, aunque ahora el Cuerpo Gobernante asegura que, al no estar inspirado, tales doctrinas no son en realidad Palabra de Dios, sino que se trata del entendimiento progresivo que se tiene en un momento determinado. Sin embargo se expulsa de las congregaciones a quienes no acepten como Palabra de Dios lo que el Cuerpo Gobernante dicta, pero que mañana se obliga a cambiar porque dice haber recibido nueva luz. Es lo que ha ocurrido con el tema de la generación que no pasaría y que a tantos adeptos les ha hecho tropezar. Este nuevo entendimiento se dio para prolongar el tiempo de la llegada del fin, fin que se predicaba que vendría antes de que terminase el siglo XX, al concluirse la obra de predicación.

    Tropezaron también cuando se descubrió que la Watch Tower estuvo afiliada durante diez años a la ONU como ONG, algo que la Sociedad nunca había comunicado ni oficial ni extraoficialmente. Hubo superintendentes y ancianos que protestaron por escrito ante el Cuerpo Gobernante por tal actitud. Ello hizo que los dirigentes se excusaran diciendo que la afiliación se realizó para poder acceder a la biblioteca de la ONU; pero la ONU comunicó que no era preciso afiliarse como ONG para acceder a su biblioteca, sino que la afiliación se hacía para defender los intereses de la ONU. El caso es que el Cuerpo Gobernante jamás dio a conocer que la Watch Tower estaba afiliada a la ONU hasta que el periódico inglés The Guardian destapó el asunto y la Watch Tower se apresuró a darse de baja como ONG del Organismo mundial al que tildaba de ‘imagen de la bestia salvaje’.   

    Asimismo tropezaron muchos que se consideraban ungidos y que por tanto pertenecían al grupo del Esclavo Fiel y Discreto. El Cuerpo Gobernante impuso como doctrina que los únicos que componían el Esclavo Fiel y Discreto eran los miembros del Cuerpo Gobernante y que habían sido nombrados como tales en 1919. Sin embargo en 1919 ni existían los testigos de Jehová (que aparecieron en 1931) ni el Cuerpo Gobernante, el cual fue creado en 1971 con los miembros de la Junta Directiva de la Watch Tower más otros que no eran de la Junta.

    En 1976 el Cuerpo Gobernante se hizo cargo de emitir las doctrinas y escribir la literatura, algo que hasta 1975 correspondía al presidente de la Watch Tower y, en el caso de Knorr, al vicepresidente Fréderick Franz, entonces el teólogo único de la Sociedad, al no existir el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová. A la Junta Directiva se le ha llamado con carácter retroactivo Cuerpo Gobernante, pero solamente lo era de la Sociedad Watch Tower y no de los testigos de Jehová. Según eso, a partir de 1976 existieron dos cuerpos gobernantes, que también coexisten en la actualidad, a saber, la Junta Directiva de la Watch Tower y el grupo que lidera los asuntos espirituales de los testigos de Jehová.   

    Ni Russell ni Rutherford ni Knorr ni Franz se dieron cuenta del error de los 70 años de destierro que el adventista Barbour le coló a Russell. La Biblia no dice que los judaítas estuvieron 70 años desterrados después de la destrucción de Jerusalén. El Cuerpo Gobernante si detectó el error, pero lo silenció y continuó expandiendo esa doctrina, que es precisamente el principal fundamento de los testigos de Jehová. (Continúa en el capítulo I).

   

 

martes, 21 de febrero de 2017

La verdad de los años 607-537 a.e.c. y 1914 (PROLOGO 1ª parte)


Transcripción del libro 'La verdad de los años 607-537 a.e.c. y 1914',  que será considerado en varias partes. El libro agotó su segunda edición en tres semanas desde que fue presentado.



'La verdad de los años 607-537 a.e.c. y 1914'

(PROLOGO, primera parte)

 

    Va a resultar sumamente difícil que el testigo de Jehová, a quien se le admira, aprecia y respeta, se detenga a leer esta serie de artículos que fueron publicados en miles de periódicos de habla hispana, tanto en América como en Europa. De aceptar su lectura, el Testigo quedaría herido en su amor propio y eso es algo que no puede soportar porque piensa que solamente él tiene la Verdad. Le da pánico enfrentarse a la realidad que a propósito se le esconde. Piensa que su Cuerpo Gobernante ya lo ha investigado todo y que por tanto no hay necesidad de leer nada que no provenga de ese Cuerpo central de supremos pastores, y más cuando el mismo asegura que tales lecturas ajenas a la Organización de los Testigos son antibíblicas.

    Desafortunadamente el Testigo de a pie desconoce la verdadera historia de su Organización, salvo aquella parte que se considera positiva y conviene a los dirigentes. Aquí se cumple el sabio dicho que reza: ‘Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla’. Pero el Testigo, no precisamente por su culpa, carece de sentido crítico y hasta cree que es pecado utilizar el libre intelecto para analizar y sopesar los argumentos de la parte contraria. Siempre se encuentra supeditado a lo que diga el Cuerpo Gobernante, a quien debe obedecer a ciegas pensando que el mismo Jesucristo le escogió como su vocero oficial.

    Estos artículos no son más que un resumen, a modo de aperitivo inicial, de obras tan completas, convincentes y únicas en su género como, entre otras: ‘Los tiempos de los gentiles reconsiderados’, de Carl Olof Jonsson; ‘Crisis de conciencia’ y ‘A la búsqueda de la libertad cristiana’, de Raymond Franz (ex miembro del Cuerpo Gobernante); y ‘Cautivos de un concepto’, de Don Cameron.

    La primera de las obras mencionadas está considerada por los historiadores, los arqueólogos y los astrónomos como una de las mejores que sobre la Historia del imperio neobabilonio, entre los reyes Nabopolasar y Nabonido, se hayan escrito jamás. En ella se demuestra con multitud de pruebas que Nabucodonosor subió al trono de Babilonia en el año 605 antes de la era cristiana (a.e.c.) y no en el 625 de esa misma era, como afirman los testigos de Jehová, que son los únicos en el mundo que lo dicen porque así lo hace creer su Cuerpo Gobernante bajo pena de excomunión de quien no lo acepte.

    La fecha del 605 a.e.c. echa por tierra la doctrina de que Jesucristo inició su reinado en el cielo en 1914, y como esta última fecha es uno de los pilares de sus doctrinas, los dirigentes de la Organización de los Testigos se obligan a mantener la fecha del 625 a.e.c., aun sabiendo que no están en lo cierto y que llevan la contraria a los historiadores, que son los que en definitiva dan las fechas, como, entre otras muchas, la del 539 a.e.c. para la caída de Babilonia, fecha que sí aceptan los testigos de Jehová, aunque no la del 605 a.e.c. que lleva inexorablemente a la del 539 a.e.c., ya que desde el inicio del reinado de Nabucodonosor hasta la caída de Babilonia en tiempos de Nabonido, transcurrieron exactamente 66 años y no 86, como la jerarquía jehovista se obliga a defender para que le cuadren los supuestos 70 años de destierro de los judaítas tras la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor, 70 años que constituyen uno de los grandes errores que el adventista Barbour le pasó a Russell y éste a sus Estudiantes de la Biblia y a los testigos de Jehová.

    El fundador de los Estudiantes Internacionales de la Biblia, Charles Taze Russell, predicaba que 1914 era la fecha del Armagedón y de la segunda venida de Cristo, hecho que a los testigos de Jehová les oculta su Organización y en su lugar pregona que en tal año lo que ocurrió fue el principio del tiempo del fin y la entronización de Cristo en su reino, aunque tal entronización se predicaba que había acontecido en 1874, mientras que 1914 era la fecha del arrasamiento de los reinos del mundo en la batalla de Armagedón, tal como está escrito en la literatura jehovista de aquel tiempo.

    El Armagedón no llegó ni Cristo vino por segunda vez en 1914, como anunciaban aquellos Estudiantes. De ahí que la fecha de 1914 quedara descolgada ya en aquel tiempo y además haya quedado descolgada hoy para muchos Testigos que ni se atreven a preguntar a la superioridad qué fue exactamente lo que ocurrió en esa fecha y por qué el fin no vino dentro del tiempo de la generación que vio los acontecimientos de la Primera Guerra Mundial, habiéndose ahora cambiado el concepto de generación a dos grupos de ungidos, el primero de los cuales traslapa al segundo, lo que en su fuero interno muchos testigos de Jehová no aceptan por carecer de lógica tal argumentación que ha sido impuesta a la fuerza y que mañana puede cambiar.

    Esos Testigos callan y continúan en las filas, más que nada por la cuestión social y familiar. La sola puesta en duda de esta nueva creencia sobre la generación es motivo más que suficiente para que la persona implicada sea expulsada de la congregación, con el consiguiente ostracismo de amigos y familiares, ello a pesar de que el Cuerpo Gobernante admite que puede equivocarse en materia doctrinal.

    Al menos ocho millones de testigos de Jehová mantienen en buena parte el imperio económico de la Watch Tower y, si el Cuerpo Gobernante admite que Nabucodonosor ascendió en el 605 a.C., corre el riesgo de quedarse sin feligreses, debido a que se les descuelga la fecha de 1914. Ya ocurrió en tiempos de Rutherford, en que más del 70% de los Estudiantes de la Biblia abandonó el movimiento religioso cuando el presidente de la Watch Tower anunció en 1927, con casi una década de retraso, que Jesucristo había inspeccionado a todos los Estudiantes de la Biblia (ya que todos se consideraban ungidos y parte del Esclavo Fiel y Discreto) en 1918 y que en 1919 los había nombrado sobre sus bienes terrestres. Esto ha sido trasladado al futuro y la fecha de 1918 suprimida por no ser bíblica, aunque la fecha de 1919 es consecuencia directa de la de 1919, año éste que el Cuerpo Gobernante estima hoy como del nombramiento de la jerarquía de la Watch Tower como el Esclavo Fiel y Discreto, suprimiéndose el entendimiento de que tal Esclavo venía operando desde el Pentecostés del año 33 de nuestra era.
(Continúa en la 2ª parte)
 
 

sábado, 11 de febrero de 2017

¿Se sentó Jesucristo en su glorioso trono en 1914?


¿Se sentó Jesucristo en su glorioso trono en 1914?

(Conversación entre dos tejotas)

 

    -¿En qué año se sentó Jesucristo en su glorioso trono?

    -Supongo que en 1914.   

    -Eso es lo que dice el libro ‘El Reino de mil años’ (cap. 14, párrafo 7), donde se lee: ‘Fue entonces, al fin de los Tiempos de los Gentiles en 1914, que el Señor Jesús como el Hijo del hombre vino acompañado de todos los ángeles y se sentó “sobre su glorioso trono.” De ese modo nació en los cielos el reino mesiánico de Dios. (Revelación 12:5, 10) Fue una restauración del reino de David, que anteriormente había regido en Jerusalén, pero que había sido derribado por Nabucodonosor el rey de Babilonia en 607 a. de la E.C.’

    -Claro, Jesucristo se sentó en su glorioso trono en 1914.

    -Pues el evangelio dice que no.

    -¿Cómo que no?

    -Léelo tú mismo, en Mateo 25:31.   

    -Mateo 25:31 dice: ‘Cuando el hijo del hombre llegue en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono y todas las naciones serán reunidas delante de él y separará a la gente unos de otros así como el pastor separa las ovejas y las cabras’.

    -¿Has notado? El texto dice que Jesucristo se sentará en su glorioso trono cuando llegue en su gloria. Y aún no ha llegado en su gloria. El esclavo dice que eso será en el futuro, durante la gran tribulación. Y La Atalaya dice que el juicio de las ovejas y las cabras será después de que estalle la gran tribulación. Lo dice La Atalaya del 15 de Marzo de 2015. Toma, léelo tú mismo.


    -Aquí dice: ‘Por muchos años, los testigos de Jehová creímos que las personas eran juzgadas durante el tiempo del fin, y que su respuesta a la predicación determinaba si se les declaraba ovejas o cabras. Pero a mediados de la década de 1990 entendimos mejor la parábola. En La Atalaya del 15 de octubre de 1995 se publicaron dos artículos en los que se compararon las palabras de Jesús que aparecen en Mateo 24:29-31 (léalo) y en Mateo 25:31, 32 (léalo). ¿A qué conclusión se llegó? El primero de esos dos artículos dijo que el juicio de las ovejas y las cabras tendría lugar en el futuro. ¿Cuándo exactamente? Ese mismo artículo añadió: “Será después de que estalle ‘la tribulación’ mencionada en Mateo 24:29, 30 y el Hijo del hombre ‘llegue en su gloria’. […] Entonces, al final de todo el sistema inicuo, Jesús juzgará, dictará sentencia y la ejecutará”. La Atalaya 15/3/2015’.


    -Oye, pues no había caído en esto…

    -Como ves, hasta que no llegue en su gloria, en el futuro, Jesucristo no podrá sentarse en su glorioso trono. Quiere decir que en 1914 no se sentó en ese trono y por tanto aún no es rey. Entonces nos sobra la fecha de 1914…

    -¡Qué fallo tan garrafal!, ¿no? ¿Y el esclavo no se ha dado cuenta de esto?

    -Seguro que se ha dado cuenta; pero tira adelante haciendo ver que tiene la verdad cuando en realidad no la tiene.